en este lugar, los angeles y los demonios tienen el mismo tamaño...comen del mismo plato y comparten las alas para volar

Thursday, July 06, 2006

Por la Noche

Por las noches mi mente se agita pensando en su fuga. En las mañanas mi cuerpo protesta para dejar su tibio colchón.

Todas las mañanas pierdo mi tiempo reclinado en algún poste de luz; en cambio, apoyado en la almohada busco alucinaciones.

De día la gente me conoce, de noche piensan en mí; por la noche me acuesto, salto entre nubes, y caigo a un abismo.

La noche me anuncia el nuevo día y todo día muere irremediablemente de noche.

El día me absorbe como un remolino, la noche es el bosque por el que solo camino.

Llegada la luz siempre me encuentra, sacude mi cuerpo y abre mis ojos; la noche me busca, en excitante persecución da conmigo, besa mis carnes y clava sus lascivos dientes desgarrándome el corazón.

De día trajino buscándome, lo recorro casi todo y sólo termino al cansarme; de noche arrullo mi cuerpo en la cama, emprendo el más grande de los viajes y termino hallando un rayo de luz fría.

Necesito luz tibia, durante el día tomo nerviosamente porciones de luz, estoy contento con mis alas de calor; pero caen de noche y hielo recorre mis venas, mi frente.

He ido prefiriendo lo “poco” de las noches, a lo “no mucho” de los días; como un murciélago grito para tropezar con nadie, pero lo hago contigo.

De día camino bien, no grito; tiemblo. Es que a cada paso doy de narices conmigo y mi rostro dice calladamente no sepas que te sigo.

De noche siento que estoy acostado en una isla rodeada de pecesitos muertos (son mis otras ideas), el mar eres tú. Un mar que es mi cielo situado amenazadoramente en lo alto; te agitas en olas, apenas si tocas mis cabellos y lo haces como para que alce la cara.

Siento terrible pánico, eres grande de verdad y temo el día que caigas. No verán un cadáver, mi alma habrá ascendido como vapor de agua a mezclarse con algo de la tuya y así seré feliz aunque nadie lo note.

Fuiste mi tiempo y me doy cuenta, en cada uno de mis segundos, que escapas por entre los dedos y sólo reposo contigo de noche, te tiendes junto a mí y el tiempo se detiene; en la mañana abro sólo un ojo y ya no estás.

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