en este lugar, los angeles y los demonios tienen el mismo tamaño...comen del mismo plato y comparten las alas para volar

Wednesday, January 18, 2012

Claro - Oscuros

Cuando era niño, mi mamá me decía: En los cuadros más lindos hay luces y hay sombras y para apreciar las luces tienes que saber apreciar las sombras.

Mi madre también me decía: Vas a aprender más con los sufrimientos que con los placeres, tienes que aprender a levantarte y a seguir caminando cada vez que te caes.

A estas alturas ya no me cabe duda de que mi madre es una mujer infinitamente más sabia, noble y generosa que yo.


De niño solo quería estar a su lado y nos unía un amor infinito, un amor más grande que el mar. Recuerdo que cuando me dejó a solas el primer día de clases en el colegio, al principio estaba muy confundido y tuve que tragar un poco de tristeza. Pero ella entendía que yo tenía que pasar por ese sufrimiento para crecer, para aprender, para ser más fuerte.

Cuánta razón tenía mi madre. Cuán generosa y desprendida y abnegada fue siempre en su amor sin reservas a mi padre y en su amor incondicional a nosotros, sus hijos. Todo en ella estaba orientado a complacer a su esposo y a sus hijos, a servirnos, a darnos amor. Mi madre me enseñó el amor viviéndolo y sufriéndolo y gozándolo, todo a la vez, en su bella y caótica familia, una familia de la que ahora ella y mi padre deben de sentirse orgullosos, y no porque seamos una familia virtuosa o ejemplar o mejor que una familia cualquiera, sino porque sentimos, más que amor, respeto y admiración por nuestra madre, y aun ahora, no deja de educarnos en la ternura, en la paciencia y en la nobleza que parecen infinitas en ella.

Estos días he recorrido algunos túneles de los cuales, al salir, al reencontrarme con el poder de la luz, he sabido agradecer que aún puedo ver, que todavía sale el sol, he podido apreciar el resplandor de las luces porque me había hundido en las tinieblas, he podido disfrutar de la magia del arcoiris porque había sido eclipsado por la sombra pasajera de una nube.

Todo en la vida (las relaciones humanas, las obras de arte, los grandes emprendimientos) parece estar marcado por luces y sombras y es un viaje impredecible por zonas de claro-oscuros. No todo puede brillar, relucir. Es preciso conocer la oscuridad más descorazonadora para admirar la luminosidad que nos devuelve la fe en la vida; es preciso estar avisados de que el viaje no estará exento de placeres, pero tampoco de accidentes, pesares y sufrimientos, y que no conviene quejarse por éstos ni suponer tampoco que aquéllos serán todo lo perdurables que quisiéramos.





Al parecer, es solo gracias a la maldad de ciertas personas que podremos apreciar la bondad de otras, y entonces con suerte nos alejaremos de quienes son genéticamente malvados, nocivos, perniciosos para tratar de abrazar a quienes son, en esencia, nobles y buenos.

De la misma manera que no siempre recorremos dos puntos por el camino más corto, a veces resulta inevitable extraviarnos en los laberintos del amor para que en medio de la desesperación y la rabia por sabernos perdidos, de pronto encontrar la salida, ver la luz al final del túnel y aferrarnos a esas pocas personas buenas, nobles, generosas y desprendidas que solo quieren darnos amor y felicidad.

Por eso, paradójicamente, el conocimiento de la maldad nos permitirá el descubrimiento de la bondad. Tal vez no seríamos capaces de apreciar y atesorar la nobleza de una persona si no hubiéramos conocido y padecido la vileza de otra.

Gracias a mi madre, he comprendido que los profesionales de la crueldad nos educan a distinguir mejor a los que cultivan discretamente la amistad y el amor. Gracias a mi madre, he aprendido que la traición de los innobles nos permite reconocer a quienes nos serán siempre leales. Gracias a mi madre he aprendido a querer a mi padre, a hablarle cada tanto, a sentirlo conmigo, a pedirle que nos proteja de toda la maldad y la miseria que nos rodea, porque ellas son parte de la condición humana y en cierto modo representan el túnel en el que penetra el tren en que viajamos, para salir luego, si somos afortunados, a devolvernos el paisaje de un campo floreado.

Gracias a mi madre, creo que ahora sé distinguir mejor a los que me quieren bien de los que me quieren mal. Porque los que nos odian con más ferocidad quizás no advierten que, en el fondo, están expresándonos su amor de una manera torturada, autodestructiva, pues al parecer no pueden dejar de pensar en nosotros, y ya que no pueden desearnos el bien, nos desean ahora el mal, pero el hecho es que nos desean en un sentido o en otro y no consiguen olvidarnos y que les seamos del todo indiferentes.

Y, sobre todo, debo dar gracias a quien corresponda por las cosas buenas que me han sido dadas (comenzando por el milagro de una vida) y debo dar gracias también a las cosas que el azar ha querido poner como escollos en mi camino, para que aprenda a caerme, a levantarme, a ser fuerte y saltar más alto, y a sortear aquellos obstáculos que me derribaron la primera vez, pero que no me dejarán tirado en el suelo, lamentando mi suerte. Si algo me enseñó mi madre, que fue una gran amazona, una campeona de saltos ecuestres, es que no debes tenerle miedo a las vallas más elevadas y debes seguir saltando hasta traspasarlas, aun cuando te hayas caído muchas veces. Debes entender (sin quejarte, sin culpar a otros de tus desgracias) que la vida es un recorrido accidentado por un número de obstáculos cada vez más peligrosos, que, si eres valiente, aprenderás a ir sorteando, al mismo tiempo que preservas el aplomo y, si acaso, la sonrisa.

Yo tengo la suerte de ir saltando vallas con mi madre al lado como instructora, y la verdad es que si no fuera por ella, creo que ya no me levantaría más y me rendiría. Pero gracias a ella, encuentro fuerzas para imitarla, para seguirla, para levantarme y seguir saltando y no desmayar, para aprender del dolor y el sufrimiento y para reconocer que en toda experiencia humana, como en toda obra de arte, hay luces y hay sombras, hay desgarros y éxtasis, hay dolores y goces, hay un viaje por los claro-oscuros de la vida.

ICA - Perú, 18 de Enero de 2012

Thursday, February 11, 2010

Loco...

Dicen que estoy loco.Si esas gentes dicen que aquel esta loco.
El otro dia busque la palabra loco en el diccionario. Segun parece, estos señores de la Real Academia de la Lengua Española consideran locos a las siguientes personas.La definicion reza así:"Dicese del individuo que no razona correctamente..."Bueno tomemos esto como una verdad,si es que las hay.

Entonces resulta y podemos deducir en consecuencia que hay una manera correcta de razonar y otra que no lo es.Hasta aqui todo bien.(?) Pero comencemos con la controversia.Todos sabemos que lo que es correcto o no es correcto esta dictado por las normas socioculturales,moral,etica,etc. El problema es que dichas normas van cambiando segun el tiempo y el espacio(dos pasiones de mi amigo Hernan).

Lo que se considera bien hoy en dia era mal visto un par de siglos atras, o tal vez un par de milenios que se yo.Que pensarian las sociedades del 1800 de las hermosas minifaldas de hoy en dia?(o de las tanguitas).Que pensarian los griegos de los tiempos de Socrates de que la sociedad actual considere la homosexualidad como una aberracion?Como razonaria Rafael a la hora de escoger a sus amantes? Seguramente las escogeria gorditas, obesas diriamos en estos tiempos, tal cual era el canon de belleza de la epoca.
Solo hace falta ver sus fabulosos retratos de mujeres desnudas para darse cuenta. Que apreciaciones derivarian del razonamiento del mismo Rafael si pudiera ver alguna de las divas actuales con sus 1.80 mts. de estatura y escasos 50 kg. de peso?Si señores, el tiempo cambia el razonamiento de las personas. El mundo seguiria inmovil y el sol girando en torno a el si el tiempo no le hubiera dado la razon a Copernico y no a la iglesia catolica. Y es mas, quien me asegura que los astronomos actuales tengan razon y no estemos creyendo en otra "mentira"?El mismisimo Leonardo hubiese terminado en la hoguera si no se hubiera retractado de sus "alocadas" teorias e investigaciones ante la santa inquisicion.
Pero bueno, como dije antes esto de razonar bien o mal no depende solo del paso del tiempo sino tambien del espacio.Dependiendo de donde vivas es como razonaras o que creencias tendras.Un hindu consideraria un sacrilegio las toneladas de carne vacuna consumida por estos lares, al occidental apurado por llegar a su trabajo le pareceria poco racional detener su vehiculo y esperar hasta que la sagrada vaquita decida quitarse del camino.Los chinos comen perros, en occidente tenemos sociedades protectoras de animales.El Emir tiene varias esposas y el cristiano sufre la monogamia, pero la acepta porque es la manera correcta de comportarse.Que pensara el medico graduado en Yale del humilde Chaman andino? El empresario del hipie, el cientifico del religioso, el libertino del mojigato?......Que pensaras tu al leer esta palabras?
No importa!!! Siempre y cuando halla tolerancia.
En conclusion, siempre estuvimos, estamos y estaremos rodeados de locos que no razonan de manera "correcta"

Si!! estoy loco....y que viva la locura.

Friday, February 29, 2008

Marzo antes de Abril...

Abril es el mes más cruel, porque hace crecer flores lilas de la tierra muerta…


Pretend you´re happy when you´re blue
It isn´t very hard to do…
The world is mine it can be yours, my friend
When ever you pretend…
And if you sing this melody…

Asi de cruel es el cuarto mes del año, cuando estalla la primavera legendaria de las canciones, con una luna que es ideal, como en esa canción cheek to cheek que hace vibrar malditamente aquí en el Perú, en ésta Lima del diablo, abril es la llegada de un estúpido año escolar y universitario, de un otoño que de otoño sólo tiene la tristeza que produce el revivir el marzo dramático que esconde todo mes de abril, fin de verano oficial, fin de vacaciones, fin del fin del fin. Uno vive muy mal el mes de marzo porque cada día ya llega el mes de abril, que esconde su marzo, que esconde este abril desconocido en que Pablo irá a dar al mismo refugio de padres españoles & avaricia.

Al country club, aquella primera tarde del primer amor, aquel día de estreno de la felicidad en que Lucía espera algún beso mejor dado que el de anoche, ojalá que esté radiante, sonriente, que hasta sus pecas sonrían de felicidad, que tenga los labios más carnosos que ayer, los brazos mas iluminados que esa mañana cuando se levantó horrible y tan mal con la preocupación del sonsito ese de Coco Boyer metida entre ceja y ceja, ¿tendré que decirle algo a Pablo?, ¿y si me deja y nos morimos los dos sin ser Julieta yo ni Romeo él?, te di las gracias por eso diosito y te las vuelvo a dar ahora que corro a mi cita con Pablo.

Lucía entra al country club y lo ve más lindo que nunca, sus jardines, tantas plantas, tantas flores, tanta gente alegre, modernísimo pero tampoco faltan algunos azulejos de esos andaluces ni los techos de cristal colorido del hall de entrada, ni ese bar tan prohibido para menores en donde me fumé mi primer cigarrillo de 3 segundos. Pero afuera estaba el bar campestre, que acoge en esos precisos momentos a los amigos de verano; muy bien saben que sus chicas andan ya esperándolos y han llegado puntualísimos para verificar sobre todo que ellas llegaran puntualísimas. Por mientras una prohibida cervecita con la propina, un par de marlboros para matarlas un ratito, que se acostumbren a esperarnos, que Lucía también aprenda a esperarte Pablo, aunque tú chequeala de reojo, que no te vea pero mírala bien, qué buen par de brazos weon y que ojos, y que naricita y esos pantalones…

-¡Callate mierda!!
-¡Agarrenlo que me mata!! Que te pasa Pablo, ¿no te das cuenta que estamos entre hermanos y que por eso precisamente podemos hablarnos así?

Se miraban, cómplices del gran Pipe boy, ah, para joder a la gente, para que pisara el palito…de helado no?, para esas cosas y para más, quien más podría compararse con el Pipe boy. Pablo había pasado de la rabia a la excitación, había quedado con Lucía a las tres y media, y ya eran las cuatro, y la pobre sentada solita en una banca, simple y llanamente no entendía ni quería entender, por la sencilla razón de que no lo entendería jamás, porqué mierda tenía que hacerla esperar, si además de todo quien peor la estaba pasando era él, ¿y tú con Carla? ¿y tú con tu Fer? ¿y tu con tu gringa Fizzu? ¿no quisiéramos estar todos con ellas carajo?

-Relajate weon…
-Con paciencia compadre, hay que saberlas tratar pa´que se pongan seditas; todo a su tiempo Pablín, tu acabas de empezar y tienes que aprender de nosotros que empezamos antes, lo hacemos por tu bien. Tú observa como una lechuza, son leyes que hay que respetar para que lo respeten a uno…

-Yo no necesito respeto…yo la necesito a ella…
-Uyyyy ¿sufre el enfermo?
-Ya oe, Pipe – dijo Daniel -. Ya son las cuatro y nos están esperando, a la salida nos juntamos para presentarles a la hembrita de Pablo.

En su camino hacia la banca verde donde estaba Lucía, pobre de ella si me espera con alguien, Pablo estuvo a punto de irse de cara por lo menos un par de veces. En fin, eso de querer caminar como Daniel, jodiendo como Pipe boy, fumando como el Sebas, acomodando el pelo como Quinta, le salió tan mal al pobre…Sí, la vida era un aprendizaje de mierda y por eso mismo nisiquiera llegar donde Lucía era fácil. Lucía por su parte, estaba terminando de disimular la risa al ver a Pablo caminar por lo menos de cuatro formas distintas, pobrecito, lo adoró: las cuatro formas le salieron mal y al final terminó acercándose de una forma tan inédita para ambos, más para Pablo. Y Lucía adivinó: ha querido acercarse como el James Mason de la película, sufriendo por la mujer muerta, hasta se arreglo el sombrero que no llevaba, ah Pablo, pensaba Lucía, sintiendo de golpe lo mucho que tendría que esperar para ese segundo beso, ah, Pablo, te adoro Pablo, si hasta las desilusiones con como ilusiones contigo, gracias a ti, diosito, deja que lo aprenda a querer como el necesita, en ese instante en que se ahoga, por ejemplo, que no puede darme la mano porque ya somos enamorados ni puede darme un beso porque en el fondo se muere de miedo y porque él es así cuando quiere, como nadie, déjame ser perfecta para ti, Pablo, déjame que aprenda a no reírme, a sufrir, incluso, si Pablo casi se cae de cara por no poder ya ni caminar de amor como siempre caminó hasta esta tarde…

-…Con calma flaca…
-¿Qué?
-No, que me he equivocado. Cómo explicártelo; me he equivocado por aprender algo, me he equivocado al usar las dos palabras, Lucía, lo-lo lo juro. Yo quería decir…

Lucía no se atreve a coger, mejor dicho a recoger, esa mano muerta de nervios que bambolea lejos de su mano, esa misma que anoche cuando no conseguía sueño beso tantas veces antes de llevársela a la cara, pretend pretend, antes de permitir que esa mano le cerrara los párpados y luego traviesamente volverlos a abrir porque no conseguía sueño tampoco sin ver, sin sentir esa mano, pobrecita esa mano, con lo buena que fue conmigo anoche y después también me acompaño hasta la ducha y ahí si que no la dejé entrar y le cerré la cortina en las narices. Y así, total, que entre mano muerta de miedo, él enterito muerto de miedo de querer ser y no lograrlo como sus amigos de verano y de querer ser James Mason y morirse en el intento y de querer ser él sin saber ya lo que quería ni mucho menos lo que sentía, aparte de su loco amor, y entre ella luchando por ser nada traviesa, habían llegado al impase mas quieto, inmóvil, a un verdadero hielo paralítico en que la vida sólo se manifestaba en temblores, ahogos, taquicardias y, menos mal, también en algo positivo: la enorme ansiedad de dar el próximo salto mortal, a lo mejor resultaba ser un paso tan cruel en la vida…justito antes de abril.

Tuesday, January 08, 2008

Sin título

Yo no quería venirme a vivir a su calle. No tanto por los conejitos, más bien porque me duele ingresar en un orden cerrado, construido hasta en las más finas mallas del aire. Me es amargo entrar en un ámbito donde alguien que vive bellamente lo ha dispuesto todo como una reiteración visible de su alma, aquí los libros, allí las almohadas verdes, en éste preciso sitio la mesita con el cenicero de cristal y siempre un perfume, un sonido, un crecer de plantas, una fotografía del amigo muerto, el ritual de las tazas de té…igual que difícil oponerse al orden minucioso que una mujer instaura.

Que culpable tomar una tacita de metal y dejarla al otro extremo de la mesa…como si de golpe las cuerdas de todos los contrabajos se rompieran al mismo tiempo con el mismo espantoso chicotazo en el instante mas callado de una sinfonía de Mozart. Mover esa tacita altera el juego de relaciones de toda la casa, de cada objeto con otro, de cada momento de su alma con el alma entera de la casa y su habitante lejana; y yo no puedo acercar los dedos a un libro, siquiera rozar el cono de la lámpara, destapar la tela de la música, sin que un sentimiento de ultraje y desafío me pase por los ojos como una bandada de palomas.

Usted sabe por qué vine a su casa, a su quieto salón solicitado de mediodía. Todo parece tan natural, como siempre que no se sabe la verdad. Usted como que volvió a despertar al sol aburrido, pero en realidad no le escribo por eso, es a causa de los conejitos, me parece justo escribirle al respecto y porque me gusta escribir cartas y talvez porque la lluvia me salpica fría.

Decidí mudarme a su calle; me he pasado tantas horas haciendo equipajes que no llevaban a ninguna parte que éste mismo día ha sido un día lleno de sombras, porque cuando veo las correas de las maletas es como si viera sombras. Pero hice las maletas igual y caminé al ascensor de su edificio, y justo entre el primer y segundo piso sentí que iba a vomitar un conejito. Nunca se lo había explicado antes, no crea que por falta de confianza, pero naturalmente uno no va a ponerse a explicarle a la gente que de cuando en cuando vomita un conejito; y no es razón para que uno tenga que avergonzarse y estar aislado y andar callándose.

Cuando siento que voy a vomitar un conejito, me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervescencia de frutas. Saco los dedos de la boca y en ellos traigo sujeto de las orejas a un conejito blanco, chiquito casi como un conejo de chocolate, pero blanco. Lo pongo en mi palma y con su hocico tritura la tierra que pisa, busca que comer, lo saco conmigo al balcón y lo pongo sobre la maceta donde crece el trébol que he sembrado.

Entre el primero y el segundo piso, como un anuncio de lo que sería mi vida en su casa, supe que iba a vomitar un conejito. En seguida tuve miedo, o extrañeza?, no, miedo de la extrañeza; pero yo tenía el asunto arreglado, sembraba un trébol en el balcón y al cabo de un mes, cuando sospechaba que de un momento a otro…entonces regalaba el conejo ya crecido a la señora del costado, que creía que era un hobby y se callaba. Ya en otra maceta venía creciendo un trébol bien propicio, yo aguardaba sin preocupación la mañana en que la cosquilla de una pelusa subiendo me cerraba la garganta, y el nuevo conejito repetía desde esa hora la vida y las costumbres del anterior. Las costumbres son formas concretas del ritmo, son la cuota de ritmo que nos ayuda a vivir. No era tan terrible vomitar conejitos una vez que se había entrado en el ciclo invariable, en el método.

Al cruzar el tercer piso el conejito se movía en mi mano abierta, lo envolví, lo puse en mi bolsillo y se movía a las justas; su menuda conciencia de conejo debía estarle revelando hechos importantes: que la vida es un movimiento hacia arriba con un clic final, y que es también un cielo bajo, blanco, envolvente y oliendo a lavanda, en el fondo de un pozo tibio.

Y porque no matarlo? Apenas pude me encerré en el baño, una fina zona de calor rodeaba al pañuelo, el conejito era blanquísimo y creo que más lindo que los otros. No me miraba, solamente jugaba y estaba contento, lo que era el modo más horrible de mirarme. Lo encerré en el botiquín vacío y seguí desempacando. Comprendí que no podía matarlo. Pero esa misma noche vomité un conejito negro y dos días después uno blanco y a la cuarta noche un conejito gris.

Los dejo salir, lanzarse a la alfombra y entreverarla con las patas, comen bien, callados y correctos, hasta ese momento no tengo nada que decir, los miro solamente desde el sofá, con un libro inútil en la mano y se comen el trébol. Son diez. Casi todos blancos. Alzan la tibia cabeza hacia las lámparas del salón, los tres soles inmóviles de su día, ellos que aman la luz porque su noche no tiene luna ni estrellas ni noche. Miran su triple sol y están contentos. Por eso es que saltan en la alfombra, a las sillas, diez manchas livianas se trasladan como una constelación de una parte a otra, mientras yo quisiera verlos quietos, verlos a mis pies y quietos, un poco el sueño de todo dios, el sueño nunca cumplido de los dioses.

Le escribo de noche, Son las tres de la tarde, pero le escribo en la noche de ellos. De día duermen; ahora me llaman por teléfono, son los amigos que se inquietan por mis noches tranquilas, es Jean que me invita a tomar un trago o el otro que me guarda el pase para el concierto. Casi no me atrevo a decirles que no, invento prolongadas historias de mala salud, de evasión tras evasión.

Hago lo que puedo para que no destrocen sus cosas, mis conejitos han roído un poco sus libros del anaquel más bajo…ya para que contarle las minuciosas tristezas de ese amanecer sordo y vegetal, en que camino entre dormido levantando pedacitos de trébol, hojas sueltas, pelusas blancas, dándome contra muebles, loco de sueño, y mi Gide que se atrasa y mis respuestas a una señorita lejana que estará preguntándose para que seguir todo esto, para que seguir esta carta que escribo.

Bueno ya basta, he escrito esto porque me importa probarle que no fui tan culpable en el destrozo insalvable de su casa. Dejaré esta carta esperándola. Anoche volteé los libros del segundo estante; alcanzaban ya a ellos, parándose o saltando, royeron los lomos para afilarse los dientes (no por hambre, tienen todo el trébol que les compro y guardo en los cajones del escritorio). Rompieron las cortinas, las telas de los sillones, el borde del autorretrato de Jaquel Boyer, llenaron de pelos la alfombra y también gritaron, estuvieron horas en circulo bajo la luz de la lámpara, en circulo como adorándome, de pronto gritaban como yo no creo que griten los conejos.

He querido en vano sacar los pelos que estropean su alfombra, encerrarlos de nuevo en el armario. No tuve tanta culpa, usted verá cuando llegue que muchos de los destrozos están bien reparados con el cemento que compré, y yo he hecho lo que he podido para evitarle un enojo.

Friday, April 06, 2007

Enma escribe una carta para vengar a la dificultad

Enma hace un alto, toma aire y forma un arco iris luego de sus lagrimas
------------------------------------------------------------------------
Soy el producto de toda la energía positiva en el mundo, la convergencia sincronizada de una humanidad en desorden que, pretende mover a una mayoría neutral; también es justo participarte al detalle, lo que se está gestando en tu honor y así evitaremos que la sorpresa te encuentre desprevenido o que seamos los únicos felices en tremendo suceso.

Soy la humanidad hecha idea, me hallo en todo sitio y busco el momento exacto de adquirir forma; mi fuerza será energía pura, sentiré el enorme peso de la responsabilidad y empezaré a darle forma a todo esto. Así iré adquiriendo una imagen, tal vez no la hayas notado antes pensando en lo insignificante que es el hombre; sí, creo que seré una gigante y no es para menos, yo no te menosprecio y espero eso te halague un poco.

Me erguiré como un coloso, mis pies serán enormes raíces que se nutrirán con todo el dolor que causaste, con los lamentos, suplicios, dramas, pobredumbre, espanto que salpicas cuando paseas cual soberano; pero ya no, no dejas de mover los pies, continúas creyendo que aún paseas, yo te sigo y he ahí la diferencia entre caminar y escapar.

Todo lo que consideras invalidez o debilidad, será mi fuerza vital; lo que creas haber transformado en carroña, serán las virtudes necesarias para enfrentarte confiada en vencer limpiamente.

Seré la mujer infinita en su pasado cruel, universal en su oportunidad actual, cósmica en su proyección al mañana sin ti.

No sólo se alimentará el dolor, beberé sabiduría, saborearé fe, afán de justicia, bocados de venganza, todo puesto sobre un regio mantel de acción.

Sentirás mi presencia a partir de este papel, sonreirás burlón, incrédulo y curioso; poco a poco me conocerás, también llegarás de todas partes, en determinado momento querrás crecer como yo, pero nada te alzará de mis pies.

Empezarás a enfermar cuando me veas, surgirán mil dudas, cuando reunidas tus fuerzas compares, saldrás perdiendo y agonizarás como un pobre animalillo. Más yo no olvidaré el tiempo que estuviste a mi lado, épocas remotas en que cernías tu vida sobre mi muerte; abriré entonces mis raíces para ti, te recibiré por última vez, seré extremadamente solícita y atenta, no podrás quejarte…

Ven Cáncer, acércate amiguito mío, conoce por una sola vez la vida con la que tanto te ensañaste; penetra todos los tejidos que laceraste, báñate en la sangre que envenenaste, recorre los órganos que te divertía amputar, trepa mis huesos hoy fuertes, sumérgete en la linfa contagiada. Todo lo conoces, en todo estuviste, escucha como te dan la bienvenida y sonríeles por primera vez; demuestra la entereza de tu vida, ante lo fraccionada de la nuestra, que hoy se ha reunido para rendirte un homenaje.

A lo que estás sintiendo auméntale sinceridad, un sentimiento de años y al que por fin le fue concedida la libertad de expresarse; no hay falsedad en los besos que vas recibiendo, los diferentes pasadizos que transitas están conformados por millones de células que tras haber sido mordisqueadas por tus excesos, permanecieron en fila y aguardando turno de retribuirte con besos sacudidos del cansancio. Saboréalos cuan eternos te parezcan, piensa que por primera vez vienen a tu encuentro.

Abre bien los oídos, llénate con los gritos y gemidos, desde el primero que alguna vez provocaste hasta el último que supo contenerse, se desatan alegres y en el gran quirófano de tu hora retumbará el eco.

Refréscate con todas las lágrimas de la Tierra, provocaste la mayoría y gozaste cuidando de que no cesen; respira hondo pues el llanto quiere estar presente también, notas la diferencia de cada gota y no es para menos, no pueden haberse borrado de tu memoria tantos enfermos mutilados de muerte, aquellos familiares impotentes, la inocencia de tanto niño diciendo entre lágrimas un adiós, medio mundo enlutado, médicos desalentados, Dios reconfortando, ¿verdad que distingues cada lágrima?

Báñate también con las babas, náuseas, heces, hemorragias, ellas también se adhieren a la fecha; chapucea como un bebé entre todo lo que convertía en bebés, a gente adulta presa de ti…recuerda todo ataque, toda fiebre, toda convulsión, se han dejado traer para estrecharte como a uno más, como al preferido.

Flota entre las fetideces que repartías como si fuesen rosas para cada paciente, hoy te toca serlo y aceptar las flores que han retoñado sólo para engalanar el día.

Para que te diviertas algo más, salta ágil sobre los órganos que ruedan a tus pies; míralos, parecen bichos indefensos que por ganar tu simpatía, ruedan delante de ti…sé benévolo y obséquiales una palmadita aunque sea, los senos son más bonitos, las narices y orejas son más graciosas, hay pulmones, penes, vaginas, riñones, ahí va un intestino reptando como serpiente. ¡Salta!

Disculpa si me dejo llevar por la emoción, pero llegará el momento en que lo habrás comprendido todo y ese no será el único castigo; mirarás por última vez esto que fue tu reino, perderás peso, te “chuparás” como las víctimas y daremos un brinco juntos. ¿Verás algo muy distinto a lo que pensabas?, claro que sí, no será la profundidad de una fosa, serán las alturas que permitieron este momento.

Enrumbaremos hacia el sol, queremos darte todo el calor que mereces, el brillo a la ocasión e iluminar tanta incógnita; sientes ya el vacío en la ruta, si quieres puedes llenarlo de tus dudas, no titubees en realizar lo que se antoje, eres el agasajado y puedes hacer lo que te venga en gana. (Todo menos darte una escapadita, jé)

Ya casi llegamos, no sé si por el cansancio del viajecito o la cercanía de nuestro destino, lo que sea me está haciendo sudar duro; ¿pánico?, no te dejes vencer por él, haz como yo, estamos implicados con esto y lo que te suceda me pasará a mi también.

Que tal zambullida, cómo quema; el sol también te da su saludo, parece que se alegra con tu visita y revienta en explosiones, distráete contándolas si lo deseas.

Resistiré lo más que pueda, mientras esté en mis manos dejar sólo el humo estaré feliz, tienes que verlo y sentirlo todo despacio; ya tu fiesta empieza a hervir y llámalo el principio porque realmente lo es. Corre buscando algo tibio, donde no haya humo o donde te sientas cómodo; tus invitados estamos entrando en calor, hay júbilo sofocante y los ánimos se caldean gradualmente.

Tu cuerpo y el mío se irán retorciendo con el fuego y se formará una prisión de la cual no podrás liberarte; yo te mantendré con vida y me sentiré feliz de no permitir que vayas más allá de la agonía.

Mirarás abajo, allá donde fue tu vida y al verte acá comprenderás que llegó el fin; sufre el agotamiento de las festividades, abajo también las hay…

Este papel es tuyo, lee y empieza a sentir los estertores de la muerte, por ahora es sólo un aviso; lo que estás leyendo sucederá de todas maneras, no dudes que sabré cumplir con cada una de ésta palabras y para que veas que no miento, apréndete el texto de memoria y ya habrá oportunidad de certificarlo.

Excúsame por callar tan sólo una cosa, no me es permitido revelarte la fecha exacta de nuestro encuentro; no quiero ponerte nervioso pero tal vez termines siendo quien marque el calendario, avísame con tiempo porque quizás tal día no tenga nada que hacer y yo respeto mis ocupaciones. Puedes seguir confeccionando la lista de invitados, yo me despido, ¡Chau!

Tuesday, January 23, 2007

Untitled

Intento imaginarte, trazar un bosquejo de tí, algo que me permita definir la tristania de tu figura espectral, esa que deambula entre la plaza, de amarillas luces y turistas britcheros, ese frío medianoche que según dices te recuerda a mi.

Es curioso, pienso en tí cuando veo a Los Simpson.

Rosa Negra de madrugada, tus pétalos enlutece al sol del que huyes, es por eso... que temo acercarme a tí: Demasiada luz llevo para tu visible oscuridad.

Pd: No entiendo tu amor por los gatos... quizá admires su autosuficiencia, uno suele admirar lo que inconcientemente anhela. Yo en cambio prefiero la fidelidad y dependencia de los perros.

Wednesday, November 22, 2006

Cosas de Extravío

Nuevamente, el patrocinio de vodka Paramonga se hace presente - 18/11/2006 - 4:13 a.m.
(Y a propósito de desenterrar muertos por puro deporte)
Habían convenido celebrar la llegada de la primavera
quebrantando la cordura de un largo, seco y cansado invierno.
Marzo y tarde fue el espejo donde encontraron su cuerpo
asomándose a otro cuerpo, como si se bañaran en líos fatigados,
inadecuadamente avivados por el placer que se derrama como vino
malgastado sobre el aserrín de antiguas bodegas en desuso.

Para colmo, sus carnes y hasta los huesos, sobre el lecho
acoplándose como discos y puños de acero: tan perfecto
como algo maquinado, o tan primitivo
como volver a creer que todo el mundo termina sobre el primer horizonte que vemos.
Una era libre; el otro sintió cómo la trabazón que le sostenía armado
se soltaba como un barco y río abajo.

Todo parecía fácil y simple...
Todo tan frío como cortar un trozo de roja víscera
como si con ello no se fuera también toda la sangre,
y toda esa invisible sangre, que una vez planearon convertir en tierra firme.

Justamente como ahora, apartándose del dolor del invierno fracturado,
otros tienen miedo planear de nuevo.
Y para colmo, sus carnes y hasta los huesos,
embriagados de locura como el casco de un arado maniobrado por un demente
que surca el pecho abriéndolo en canal, caballo, tierra, sangre,
en cosas de hombres ensimismados,
discusión de cuerpos que rozan el corazón con riesgo de sus vidas.

Todo tan fácil, parecería. Todo tan casi imposible, casi es.

Cubrieron al tiempo con su capa, como si el tiempo
no fuera un murciélago que sueña de cabeza, encerrado en una jaula,
tendiendo sus razones como un puente hasta ver quién lo cruza
y quién desde su baranda cae al fin del mundo, sobre el primer horizonte que vemos.

Uno de los dos no sabe que el otro
oculta en su corazón un revólver
amorosamente maniatado al invierno con cristales de hielo.

Cercana ya la noche, pidiéronse al menos
la prudencia de amarse en silencio, mientras el tiempo traza su camino
sobre ese jodido marzo prohibido y su pecho pecador siempre acechando la embriaguez del puñal
en el acero ciego.