en este lugar, los angeles y los demonios tienen el mismo tamaño...comen del mismo plato y comparten las alas para volar

Wednesday, September 20, 2006

Mis Pequeños Mundos

El origen de éstos mis dos mundos fue lentamente integrándome a otro mucho mayor; envueltos en nebulosas, mi par de pequeñitos mundos demoraron su despertar
algunas semanas.

Y se hizo la luz, aquel mágico paso de lo oscuro a lo diáfano, un alegre despertar, vivir un sueño mejor.Poblándose por fotosíntesis; no pasó mucho para que se erigieran semidioses, ídolos, leyes; y que todos señalasen a una misma dirección, mostrando en toda su magnificencia al verdadero creador. Eran felices porque siendo jóvenes maduraban aceleradamente; dos mundos optimistas, idealistas y sabios.

Los habitaban un mar de imágenes, fijas muchas de ellas y mutantes las demás; el tipo de construcciones era de lo más interesante, ciudades modernísimas, pueblos campestres, fincas aristocráticas, barriadas humildes, balnearios lujosos. Materiales diversos se utilizaban en la construcción, casi todos de una duración garantizada, elementos nobles y resistentes a todo embate.

Técnicas ingeniosas de arquitectura, procedimientos casi de ciencia ficción; organización cronométrica en todo, previsión al detalle y acción masiva de participación.

Dos mundos donde el amor era lo esencial de la vida, la superación el objetivo, la paz su atmósfera, donde la curiosidad y el razonamiento se hallaban hermanados.

Un día algo inesperado y dantesco sucedió, un asteroide chocó con otro en el firmamento oscuro de ambos planetas; fue espectacular, se produjeron mil rarezas, las matemáticas universales se vieron adulteradas ante ese desequilibrio imprevisto.

Paralelamente a éste acontecimiento, al conjuro del destino caprichoso siempre, se hizo manifiesto aquel movimiento de rotación tan trascendental en la historia de mis dos pequeños mundos.

Veinte años pasaron desde el génesis para que se realizara el movimiento de rotación aquel; todo cambió de aspecto, por un momento quedaron sumidos en una angustiante opacidad, en una marejada de incertidumbre.

Aquella humanidad de imágenes que siempre habitó en el lado claro, se mudaron irremisiblemente de posición; sumergidos en la bruma espesa del desaliento; aquellos mundos se abandonaron en la inercia de las lamentaciones y las masas se conmovieron hasta lograr que los océanos se agitaran rebalsando sus límites.

Olas de dolor que salpicaban llanto en esos desamparados pequeños mundos; un violento sismo se desató trayendo todo abajo, ni Dios se salvó.

Esos mundos no verán más a sus espaldas porque de espaldas quedaron; el recuerdo de la luz se irá borrando lentamente: la noción de color y de distancia se desvanecerá, la oscuridad no permite contacto de amor entre sus habitantes, ya no se perciben unos a otros.
¿Cómo eran mis padres?, ¿mi hermano?, ¿mis amigos?, ¿mis ciudades?, y ¿calles?, ¿cómo era el cielo? y ¿el mar?…¿cómo era yo?…

Dos pequeños mundos que lo tenían todo y ahora nada; tal vez la visión se esforzará en alzar nuevos semidioses, ídolos, leyes. Probablemente venga a ellos un Dios desde las tinieblas, será uno brillante y quizá se produzca el milagro de volver a la alegría de un nuevo día.

Quizá tendrán que pasar otros veinte años y rotarán de nuevo.

Lo cierto es que existen dos pequeños mundos aletargados y que se van acostumbrando a morir día a día.

Dos pequeños mundos envueltos en penumbra, toda una civilización maniatada, una fé tambaleante, una alegría enlutada; una alegría endemoniada...a ras de suelo.